El teletrabajo y sus consecuencias ‘ocultas’
Me ha gustado el tratamiento de esta noticia-entrevista publicada en La Veu de l’Anoia sobre el teletrabajo, porque apunta algunas de las consecuencias ocultas de un fenómeno que ha llegado para quedarse. La principal consecuencia negativa del teletrabajo —y que no se acostumbra a ver por parte de la empresa— es la presión que el teletrabajador ejerce sobre sí mismo. Me explico: si trabajas en una oficina y tienes unos determinados objetivos, puede que haya algún día que no los puedes alcanzar porque tienes que apagar un fuego imprevisto y urgente. Tienes que dejar todo lo que tienes entre manos para solucionar el marrón. En este caso, todo el mundo lo ve y entiende el motivo por el que no has llegado hasta el listón fijado previamente. Si lo mismo te pasa en casa, soluciones el follón como puedes y, como nadie se entera, después sigues trabajando para alcanzar las metas, por miedo a qué pensarán los superiores y los compañeros. Así alargas la jornada laboral y te auto engañas con la excusa de que es el tiempo que dedicarías a hacer el desplazamiento de ida y vuelta al trabajo.
Otra consecuencia oculta —que sí se refleja en la información de la Agència Catalana de Notícies publicada en La Veu de l’Anoia—tiene que ver con el sector inmobiliario. Con la eclosión del teletrabajo, se necesitarán menos despachos y más pequeños. En otras palabras, se les ha acabado el chollo a los propietarios que han cobrado precios abusivos por el alquiler de oficinas. Esta realidad tendrá derivadas en las agencias inmobiliarias, así como en los restaurantes y establecimientos que viven de unos clientes que trabajan lejos de donde viven.
Un tercer cambio —también apuntado a la noticia y que espero que llegue pronto (¡ojalá!) — es que los trabajadores podrán elegir dónde vivir relativizando el dónde hay oportunidades para trabajar. Esto debe traducirse en la repoblación de los pueblos: hay pequeños municipios que ya están notando las migraciones. El desequilibrio territorial es uno de los grandes problemas endémicos que tenemos como país. Volver a la Cataluña interior contribuirá a crear nuevas oportunidades económicas en el mundo rural y más diversificadas; permitirá bajar (un poco) los precios indecentes de la vivienda en las grandes ciudades; y, qué demonios, que vivir amontonados en la gran área metropolitana de Barcelona y en la de Tarragona no puede ser bueno para la salud, ni sostenible para el territorio.
Albert Rossell