Rupit y Guimerà, dos pueblos medievales en busca del turismo
Ayer por la mañana fui a Rupit (Osona, Barcelona), a pesar de que el tiempo era entre nublado y lluvioso. Quería conocer un pueblo con encanto que compite en medievalismo con nuestro querido Guimerà (Urgell, Lleida) y aprender de una población que nos aventaja en cuanto a la experiencia turística.
Al igual que Guimerà, Rupit está en un enclave privilegiado. Así el cóctel de naturaleza y patrimonio es excepcional. Conscientes de tal fortaleza, los de Osona han querido conservarla y explotarla (no sé si un poco demasiado). Ambas poblaciones tienen un peso demográfico similar. En Guimerà, en invierno, duerman poco más de doscientas personas. Rupit tiene alrededor de dos cientos cincuenta habitantes, contando Pruit —el otro núcleo del municipio— y las masías dispersas. La gran diferencia es que nuestro pueblo del Valle del río Corb a menudo multiplica por ocho la población. En Semana Santa y los días de agosto, alrededor del Mercado Medieval de Guimerà, es fácil que la población llegue a los dos mil habitantes. En Rupit el fenómeno de las segundas residencias es poco significativo.
Pero os estaba explicando cómo fue la visita de ayer… Nada más llegar a la encantadora villa osonenca, un aparcamiento de pago te da la bienvenida. Como ayer era viernes y ya hemos estrenado el octubre, pude estacionar junto a la panadería que hay en la entrada del pueblo. Esto debe de ser casi imposible los fines de semana y seguro que te debes pagar para dejar el coche. La panadería, además de vender pan, tortas y pastas, también funciona como cafetería y bar, y como tienda de alimentación donde se pueden encontrar productos de proximidad. Allí mismo también se encuentra la Oficina de Turismo de Rupit y Pruit, que en esta época del año sólo está abierta los sábados y los domingos. De lunes a viernes, te atienden desde el Ayuntamiento, que está dentro del núcleo, en la plaza Mayor, junto a la pequeña escuela.
En Guimerà estamos mucho más verdes en este . No disponemos de este equipamiento. Es el Museo de Guimerà el que lleva a cabo la tarea de informar a los visitantes sobre el patrimonio del pueblo —en la medida de lo posible y sólo los sábados y domingos—. Cabe recordar que el museo está gestionado por Guimerà.info, la asociación sin ánimo de lucro cuya misión es dar a conocer el patrimonio histórico y artístico de Guimerà y del Valle del Corb, así como impulsar actividades culturales y artísticas.
Volviendo a Rupit, los guías que hacen la visita guiada programada cobran 60€ por las explicaciones de una hora a grupos que —en condiciones normales— son de unas veinte personas. Si son menos visitantes, pues cada uno de ellos deberá pagar más para sufragar el importe. Cabe decir que, en verano y en Semana Santa, ya hay unos horarios y unos precios establecidos y entonces al visitante le sale por 3 €. En Guimerà, tanto Sebastià Busquets como yo mismo, al vivir en el pueblo, podemos atender a quien venga casi siempre y adaptarnos a sus necesidades, independientemente del número de personas que sean. Pedimos la voluntad y, de esta voluntad, 1 € siempre es para el museo y otro euro es para la iglesia de Santa María.
Una de las preguntas del millón es: ¿los coches pueden entrar dentro de Rupit? ¡Por supuesto! ¡Pero sólo los de los residentes! Y es eso lo que más me gustó, porque considero que la entrada de vehículos dentro de Guimerà debería estar limitadísima. Es más, defiendo que los únicos que deberían poder parar en la plaza Mayor son los vecinos que tienen allí su casa y los comerciantes, y sólo para hacer carga y/o descarga.
Un pueblo vivo
Ya dentro del núcleo de Rupit, enseguida se ve que hay más negocios que en Guimerà. Panaderías, tiendas de recuerdos, establecimientos de alimentación, una pensión, un hotel, un agente de banca, una pequeña farmacia… Al hacer mal tiempo, no vi mucha gente por las calles, y la mitad de ellos eran visitantes, como yo. Todas las tiendas cerraron al mediodía y pasaron el relevo a los restaurantes. Hay que señalar que algunos de los comercios son artificiales. Es decir, tal vez no es necesario que Rupit tenga tantos establecimientos de alimentación y panaderías, pero al empresario que regenta la tienda de la entrada de la villa le ha interesado abrir negocios en el interior del núcleo para que así Rupit tenga vida y, por ende, sea más atractivo que un pueblo muerto.
Sí que es cierto que en algún momento da la sensación que Rupit ha cedido parte de su autenticidad a la artificialidad (no es el único lugar donde se ha cometido lo que para mí es un error). Sea como sea, son pequeños negocios que dan empleo y que por tanto garantizan que las familias puedan quedarse en el pueblo, viviendo en parte de los servicios y en parte de las explotaciones agrícolas y ganaderas. Debería tomar nota de ello cualquier localidad que sufra un despoblamiento acelerado, como es el caso de nuestro del Urgell. Con este artículo sólo he querido dejar constancia de una reflexión y sacar unas primeras conclusiones de la visita de ayer, ahora que a Guimerà nos estamos preguntando hacia dónde queremos ir en cuanto al turismo. El encanto de Rupit es indiscutible y, para que lo comprobéis, os dejo un enlace abajo con fotos.
Albert Rossell