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La Inteligencia Artificial En La Comunicación Corporativa Y En La Educación

La inteligencia artificial en la comunicación corporativa y en la educación

Los avances tecnológicos siempre han sido una amenaza para muchas profesiones y, con la eclosión de internet, mucho más. Eso habíamos estado oyendo durante muchos años y, dicho sea de paso, habíamos hecho oídos sordos. ¿Qué tecnología va a sustituir el rol de un periodista? ¿Qué software escribirá contenidos para la red mejor que yo, con mi dilatada experiencia? ¿Quién es el lumbreras que afirma que el trabajo de profesor quedará reemplazado más pronto que tarde? Pero todo cambió con el lanzamiento de ChatGPT,  de OpenAI, el 30 de noviembre de 2022. La inteligencia artificial generativa sí que iba a revolucionar el sector de la comunicación corporativa –la profesión que había desarrollado durante más de veinte años– y el de la educación –un problema de salud me obligó a cambiar de oficio en 2020. Sea como fuere, el informe La IA en la gestión de la comunicación corporativa (descárguese gratuitamente desde este enlace), impulsado por EAE Business School y realizado por Enrique San Juan, director de Community Internet, ha servido para aclarar muchas de mis dudas.

La inteligencia artificial en la comunicación corporativa

Es evidente que ChatGPT, la inteligencia artificial (IA) capaz de generar textos –además de muchas otras aplicaciones más complejas–, está llamada a reducir el tiempo empleado en muchas de las tareas desarrolladas por el periodista de empresa y, por lo tanto, a aumentar su productividad. ¡Eso sí que es una amenaza real! Uno de los estudios apuntados en La IA en la gestión de la comunicación corporativa (véase página 7 del informe) señala que la redacción de textos es uno de los trabajos que los profesionales encargan a la IA, en un 21% de los casos. Quizás los encargos actuales sean sencillos: esbozar una carta, redactar un correo electrónico genérico de respuesta, buscar una frase motivadora para iniciar un texto, etc. Todo ello puede ayudar a reducir aproximadamente un 20% el tiempo dedicado a las tareas menos creativas.

Otra investigación llevada a cabo en Polonia (véase página 16) reúne la opinión de profesionales del sector. El 55’5% sostiene que “la IA puede sustituir a los redactores solo en contenidos sencillos”, mientras que el 12,1% asegura que “la IA no puede sustituir la creatividad humana necesaria para crear contenidos”. ¡Mucho ojo con esta última afirmación! ¿Quién sabe hasta dónde van a evolucionar las herramientas de generación de contenidos? Además, desengañémonos: los humanos no siempre somos tan creativos; también tenemos días espesos en los que nos vendría bien un cable (un punto de vista distinto, una idea para diferenciarnos del resto, una frase magistral para arrancar un buen contenido…)

La IA en la educación

Formarse en el uso de la inteligencia artificial, por otro lado, debería ser casi una obligación para el profesorado de educación secundaria. De hecho, el Departament d’Educació nos anima a emplearla en los centros, tanto para enseñar a los adolescentes a utilizar la IA con sentido crítico –y ético, añadiría yo– como para ser más productivos al preparar las clases.

Los docentes deberíamos tener unos conocimientos mínimos, puesto que los alumnos nos llevan ventaja; son más avispados que nosotros y mucho más atrevidos a la hora de experimentar con las nuevas tecnologías. Al menos tendríamos que saber las imperfecciones (actuales) de ChatGPT para percatarnos de si los estudiantes se han servido de esta inteligencia artificial al llevar a cabo una actividad de expresión escrita, al resumir la lectura encomendada o al realizar un trabajo de investigación.

El hecho de apoyarse en la IA no excluye la necesidad de dominar la materia y, si es el caso, de revisar y contrastar los contenidos. Por ejemplo, coincidiendo con el Any Rector de Vallfogona, quise preparar un dictado: una biografía de Francesc Vicent Garcia i Ferrandis. Para mi sorpresa, ChatGPT decía que el poeta había nacido en Vallfogona de Riucorb (Conca de Barberà), cuando cualquier interesado en la literatura catalana sabe que el sacerdote nació en Zaragoza en 1582 y que se crió en Tortosa (Baix Ebre). También quedé asombrado de que, entre las fuentes consultadas por Copilot, no figurara ninguna que hiciera referencia a Albert Rossich i Estragó, máximo investigador del período y del autor barroco.

A pesar de los errores que me encuentre por el camino, seguiré practicando y formándome en inteligencia artificial para utilizarla en muchas otras actividades docentes. Una de las siguientes pruebas será la de crear rúbricas de evaluación, una de las tareas más arduas y desagradecidas a las que tengo que enfrentarme como profesor de lengua y literatura. También continuaré creando imágenes para ilustrar algunos artículos de este blog.

Professor ensenyament Intel·ligència Artificial a un alumne. Imatge generada amb Dall·E 3.
IA Dall·e 3.
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