La lucha contra la obesidad en las aulas
Hoy empieza un nuevo curso para muchos alumnos. Uno de los cambios que encontrarán es que ha variado de manera significativa la oferta alimentaria que pueden adquirir en los bares y las máquinas expendedoras de los centros educativos. Durante las vacaciones escolares, el Ministerio de Sanidad y las consejerías autonómicas del ramo regularon el tipo de comidas y bebidas que se podían distribuir, con el objetivo de reducir el sobrepeso y la obesidad entre los jóvenes. El ministerio calcula que uno de cada cuatro niños españoles padece una de estas anomalías.
Partiendo de la base de que toda patología tiene un trasfondo mental, Louise L. Hay, en su libro ‘Sana tu cuerpo‘, atribuye el sobrepeso y la obesidad al miedo, la inseguridad y la necesidad de protección. En el libro ‘La enfermedad como camino’, Dethlefsen y Dahlke hacen un apunte que tiene relación con la obesidad infantil y que no dista mucho de las creencias de Hay. En su opinión, el apetito de golosinas siempre expresa una deseo de estimación y de seguridad no satisfecha, es un indicador claro que los niños no se sienten suficientemente queridos.
No es extraño que los niños de hoy en día echen de menos el amor y el apoyo de los padres tal y como está montada la sociedad actual. Esta carencia se produce, además, en los primeros años de vida, cuando los niños construyen su autoestima y seguridad mediante el afecto y aprobación de los progenitores.
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