La enfermedad como camino
Pocas personas hablan tan claro de la enfermedad y de la interrelación entre cuerpo y mente como Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke. «El cuerpo nunca está enfermo o sano, ya que en él sólo se manifiestan las informaciones de la mente». De hecho, el cuerpo debe su funcionamiento a las dos instancias materiales que solemos llamar conciencia (alma) y vida (espíritu).
Siguiendo con su teoría, todo tiene dos polos (día y noche, sol y luna, vida y muerte, masculino y femenino, consciente e inconsciente…). Los polos no tienen sentido sin su opuesto, ya que uno complementa al otro. Es la no aceptación, el rechazo o incluso el odio a uno de los dos polos lo que nos hace enfermar. Mediante el síntoma se manifiesta lo que le falta al ser humano. Si una persona se niega a asumir una realidad o un principio, este principio se introduce en el cuerpo y se manifiesta en forma de síntoma. De esta manera, el individuo no tiene más ‘remedio’ que asumir el principio rechazado. En palabras de los autores, «el síntoma completa el hombre, es el sucedáneo físico de lo que le pasa al alma, el síntoma es la concreción somática de lo que nos falta a la conciencia».